Cualquier cosa que tú o yo hagamos para Dios, creo que será importante y valorado por el Señor, si es que realmente lo hacemos con un corazón alegre y sencillo, por amor a él. En ese sentido, la humildad y sencillez de corazón son características indispensables en la vida de todo creyente; pero sobre todo, resultan imprescindibles como parte del carácter de todo aquel que sirve a Dios en cualquier ministerio.
En la viña del Señor existen incontables formas de servirle. Algunas de ellas, muy a la vista de todos; y otras, que pareciera que solo Dios las ve.
Al respecto, he notado algo muy particular: el trabajar o servir en el ministerio de la alabanza a Dios tiene una característica que lo diferencia un poco de los demás ministerios y que suele ser la caída de algunos ministros y servidores: Y es que, quiérase o no, éste resulta un ministerio vistoso y atractivo, "entre brillos y luces". Pero, ¿en qué sentido lo digo? Bueno, veamos pues: