PRIORIDAD NÚMERO DOS: NUESTRA FAMILIA.
Tengo casi la completa seguridad de que ninguno que se llame a sí mismo "crisitiano" estará en desacuerdo conmigo, respecto a que nuestro Señor ha de ser el número uno para nosotros; es decir, la primera posición en el orden de
prioridades de nuestra vida. Ahora bien, si preguntásemos cuál ha de ser la prioridad que sigue, es cuando surgen las diferencias de opinión.
Algunos dirían, de buenas a primeras, que debe ser el
servir al Señor. Otros, lo que harían sería fusionar, erróneamente, la prioridad de
poner a Dios en primer lugar con la prioridad o el hecho de
servir a Dios. Aunque a simple vista estas dos cosas resultan parecidas y suenan casi similares, no son exactamente lo mismo.
En realidad, la prioridad que debería seguir en su vida, después del Señor y su relación personal con él, no es ni su trabajo, ni su carrera, ni sus estudios; ni sus metas personales; ni siquiera, su ministerio para Dios; sino sencillamente, su familia.
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